Sábado 26 de febrero, Baliza Canalizo
Después recorrer en dos tramos, el primero de 7 horas -Bs As/Punta Alta- y el segundo de 19 horas ininterrumpidas en auto, llegamos a San Julián a bordo del VW Gol de Horacio. Apenas llegamos, a eso de las 15 horas, Emilia LU1XAS, nos estaba esperando con un tremendo asado al horno de cordero y chorizos caseros, una vez finalizada la comilona, nos pusimos manos a la obra, teníamos que ordenar parte de las antenas que íbamos a llevar a Canalizo, generadores, cables, sogas, comida, etc. No pasó mucho tiempo que Esteban había partido con Martina hacia la baliza, mientras Horacio y yo terminábamos de organizarnos en la logística que debíamos llevar. Para las 16 hs Esteban ya había colgado un dipolo de 20 metros y Martina salía al aire sacando por primera vez la baliza Canalizo en BPSK, para las siete de la tarde, estuvimos en condiciones de trabajar en la banda de 40 metros, después de literalmente morirse la banda de 40, pasamos a 80 con Esteban al mando. Esa noche no tuvimos muchos contactos en ninguna banda, en 20 también eran esporádicos los QSO y en 18 no teníamos condiciones, así que decidimos ir a descansar bien, para comenzar el domingo con ánimos, ya que iba a ser un día largo.
En esta primera activación, utilizamos el generador grande de 5500, un caño de gas de 3 metros con una roldana en la punta, que lo colocamos como asta bandera en la punta de la baliza, y con el sistema de polea subíamos y bajábamos las antenas atando sus extremos con soguines en las matas negras. De apoyo móvil, llevamos el viejo y querido Renault 12 (Destartalado) que nos hizo de shack de radio y nos protegió del viento y frío de la noche.
Domingo 27 de febrero, Canalizo/Caldera Alta y Baja.
Después de una noche reparadora de sueño profundo, nos despertamos con dos consignas nuevas a cumplir, la primera era que debíamos ir a Canalizo para seguir con los contactos, en esta baliza se quedarían Horacio y Esteban; luego Martina, Esteban y yo partiríamos en dos autos (el fordcito Ka y el Destartalado 12) hacia la península de San Julián distante 70 kms, para llegar a las Balizas Calderas.
Una vez instalado Horacio en Canalizo, usando de soporte su auto como shack de radio, partimos de Canalizo rumbo a Calderas. El destartalado iba al mando de Esteban, cargando toda la logística, en el techo llevábamos una escalera metálica de
6 metros y el caño que usaríamos de mástil bandera, detrás lo seguíamos Martina y yo, a bordo del Ka. Después de recorrer 10 kms por
la RN3 hacia al sur, entramos a la estancia que nos llevaría a las balizas, el recorrido que nos esperaba no fue grato ya que el camino era de ripio y en muy mal estado, en resumen tardamos casi 2 horas en recorrer 70 kms.
Cuando llegamos a Caldera Alta, la baliza más alta de las dos, el terreno no era muy consolidado, no era de canto rodado, sino de una tierra muy finita, tipo talco, y casi nos quedamos encajados con los autos. La baliza Caldera Alta se encontraba erguida sobre una especie de planicie muy pequeña (un alto, como si fuese un cerrito trunco) de tierra, arena y piedras; de ahí teníamos una visión perfecta de toda la bahía, el pueblo, inclusive por estar en un alto, podíamos observar las balizas que estaban en frente nuestro de la bahía (Norte y Auxiliar) y al fondo se podía apreciar Canalizo y detrás de ella
la Wood. Más al sur, veíamos Caldera Baja y apenas al costado derecho pero sobre la misma línea, la baliza Justicia (la cual está en una isla de la bahía, de muy difícil acceso debido a las mareas), al norte veíamos las viejas balizas Guijarros y Asconape, y en frente de la bahía,
la Frigorífico y Peña (todas en desuso).
Con Esteban subimos a la baliza, atamos el mástil que llevábamos y sin pausa pusimos el dipolo de 20 para que Martina bien temprano pudiese comenzar a hacer Dx en 20 metros BPSK, lo que parecía lógico se dio justamente al revés, a las 10 de la mañana todos los contactos fueron con estaciones argentinas; mientras Martina seguía apilando estaciones con dificultad, nosotros acomodamos las demás antenas para dejarlas listas, una vez terminado, Martina y yo nos quedaríamos en Caldera Alta y Baja en compañía de nuestro amigo “Destartalado” y Esteban se volvería en el Ka hacia Canalizo.
Por la tarde ya, comenzamos a tener problemas con el generador, el Yamaha no regulaba correctamente los 220 volt, por ende la fuente switching se cortaba, así que operar era un incordio, tratamos en varias oportunidades de bajar potencia y operar igual con el Kenwood 570 D pero no había caso, seguíamos con el problema. Cambiamos luego al Yaesu 840, con él pudimos hacer algunos contactos más pero igual se caía la fuente por falta de tensión, así que decidí cortar la operación y desarmar el generador. Aparentemente todo estaba bien, los componentes electrónicos no mostraban valores que denotasen falla, así que rearmé todo y lo volvimos a encender, operamos bien un rato, hasta que comenzó a fallar nuevamente, pero esta vez con una nueva falla, el generador se ahogaba, tosía y se paraba, realmente el fastidio era grande, porque a pesar de que teníamos comunicación por VHF, la única solución era reparar el generador. En todo este tiempo, las preguntas a Horacio que estaba con Esteban en Canalizo sobre nosotros fueron insistentes, pero de nuestro lado seguíamos con los problemas con el generador. Nuevamente lo desarmé con las pocas herramientas que tenía en el auto, cuando saco la bujía noto que estaba empastada, así que la quemaba con nafta y fuego, la limpiaba y con eso tiraba un tiempo hasta que volvía a empastarse, bueno para ser corto, no sé cuantas veces saqué la bujía, pero fueron muchas, a las 11 de la noche, no tenía más ganas de luchar con el generador, aparte no se veía nada, y con bronca apagamos todo y fuimos a dormir.
Lunes 28 de febrero
A las 6 de la mañana me levanté optimista, tenía ganas de desayunar algo, ya que estaba muy fresca la mañana, pero tenía un problema, el calentador que llevábamos era eléctrico y si no lograba encender el maldito generador no solo no desayunaríamos sino que no podríamos hacer radio.
Nuevamente desarmé todo el generador, y nada, no encontraba nada, pero el desgraciado no quería arrancar, a esa altura todos los epítetos y apodos que le puse al generador no se pueden reproducir por este medio, pero imagíneselo. Martina mientras tanto aprovechaba a sacar fotos del lugar, allá a las mil quinientas logré que arranque el motor, “Aleluya” lo tuve sin carga y el Yamaha no se mosqueba, en el instrumento veía que los 220 se mantenían y no variaba, bueno me dije, solucionado el problema, así que lo primero que hice fue calentar el agua para desayunar. Mientras desayunábamos para no gastar combustible apague el motor, bien esa fue la última vez que lo pude encender, no hubo caso, por más que hacía la vertical y las mil y una no había caso, el generador “ponja” había muerto. Indigando y recaliente, decidí por última vez desarmarlo, y al rato nuevamente estábamos activos, en ese momento sale por radio Hellmut LU1YU desde la casa de Osvaldo LU6MBV desde Gallegos, me informaba que estaban saliendo para San Julián y que nos veríamos por la tarde. Después de ese contacto, y ponernos de acuerdo, no logramos hacer más de 3 comunicados más que el Yamaha muere nuevamente, ahí si #$%#&$%&#....!!!
Por tal motivo, tal era la indignación que decidimos con Martina no amilanarnos, habíamos contactado con más de 150 estaciones, no era lo previsto pero habíamos cumplido, así que a modo de terapia y para sacarnos la bronca fuimos a pescar a la bahía distantes 800 metros de donde estábamos, sabíamos que Esteban iba a venir pasado mediodía, así que teníamos la esperanza de que nos traiga el otro generador, ya que la operación Canalizo había finalizado el domingo a la noche.
Como debe ser en estas circunstancias, no pescamos nada, solo terminamos sacando fotos y disfrutando de la belleza natural del paisaje.
Cuando retornamos, se me ocurre usar la batería del 12 de Destartalado, así que improvisamos de nuevo la estación, para el mediodía, la resolana era fuerte, así que hicimos un techo con unos cartones y la escalera atravesada en el techo de Detaralado, estos cartones eran los que se usaron de colchón y anti humedad para apoyar sobre las piedras y arriba armamos la carpa. Con eso logramos estar activos nuevamente en radio, para esa altura notábamos que el smeter no se movía, escuchábamos estaciones en 40/20 y 18 pero sin señal, supusimos que se habían cortado las antenas o había un falso en algún conector; después de probar con rabia ya, porque parecía que todo salía mal, no descubrimos nada en las antenas ni en los conectores ni en el cable, simplemente no había condiciones de propagación, y desde donde estábamos no había ruido, por lo tanto la aguja ni se movía.(en realidad el smeter es digital, pero valga la expresión)
Tratamos infructuosamente hacer contactos, ya nadie nos escuchaba, las bandas parecían lavadas con lavandina, porque no se escuchaba nada, la propa había muerto. Igual teníamos la estación activa, cada tanto alguno nos contestaba pero no era lo mismo. Para nosotros desgraciadamente Calderas había terminado.
A las 16 y pico, llega a visitarnos en su camioneta 4 x4 Hellmut, Rubén, Fernando (al volante) y con ellos acompañándolos, Esteban y Horacio, la camioneta estaba cargada hasta el tope con sus materiales y petates que llevaron a Cabo Vírgenes, por ese motivo no pudieron traer el generador grande.
El encuentro fue emotivo, diría que emocionante, particularmente yo no veía a Hellmut hacía muchos años, diría que más de 10; después de las fotos de rigor y charlas anecdóticas, nos ayudaron a desarmar la estación y partimos todos hacia Caldera Baja a sacarnos fotos. Esteban yo salimos haciendo punta en el “Destartalado” y los demás en la camioneta de Hellmut.
Cuando retornábamos comenzaron de nuevo los problemas, esta vez no eran de radio, sino que Destartalado se nos comenzaba a enfermar, tosía y quería apagarse el motor, en alta no tiraba pero si en baja, las cuestas no las subía y le costaba regular. Con maestría de un piloto de rally, Esteban hacía peripecias para llevarlo, encima el terreno no era el adecuado, pero íbamos....., detrás nuestro venía la otra camioneta, así que no estábamos tan en problemas, de última lo remolcábamos y listo. Faltando unos
5 km para llegar a la ruta 3, en una cuesta empinada, Destartalado se apaga y no quería encender más, a Rubén se le ocurre que le tiremos agua a la bomba de nafta, por ahí se habría recalentado y por eso no llegaba nafta al carburador; después de la pequeña ducha de agua, enciende y salimos a
10 milímetro por hora a subir la loma, seguía tosiendo y cada tanto se nos mancaba, pero no nos abandonaba, el pobre se la bancaba y nosotros como si fuese una persona le hablábamos dándole ánimo al auto para que avance. A penas logramos llegar al cruce con
la RN3, pensamos ahora supuestamente la cosa sería más fácil, ya no teníamos el camino de ripio, pero no fue así, desde ese cruce hasta la rotonda de entrada a San Julián nos esperaban 4 subidas jorobadas y 10 km por recorrer, como serían esas subidas, que salíamos de la ruta para subir al tranco por la banquina, los camiones nos afeitaban literalmente....., hasta lograr llegar arriba y tomar envión para bajar, bueno se las hago corta, llegamos al pueblo, pariendo pero llegamos, Destartalado no nos había fallado....!!!
A la noche, hicimos una asado entre todos en la casa de Emilia nuestra alma mater, si su apoyo, paciencia de madre postiza nada de esto podría haberse podido realizar, a modo de festejo por lo logrado y reencuentro de amigos, como a las 12 de la noche el loco Fernando dice vamos, él iba a manejar, y con Hellmut y Rubén parten hacia Neuquén, la idea era hacer el viaje de un solo tirón, encima con el agravante que la chata no levantaba más de 90 km por hora con vientro a favor, porque tenía un problema mecánico, pero llegaron. Por nuestra parte, y después de varios días sin descansar bien en una cama, nos fuimos a dormir hasta el otro día que nos esperaba, Campana y Guardián.
Martes 1 de Marzo- Puerto San Julián/Bahía Laura
Después del revés que tuvimos con la rotura del generador Yamaha en Caldera Alta y Baja el lunes 28 de febrero, se nos presentaba un panorama negro para ir al otro día al encuentro de faro Campana y posterior faro Guardián.
Eran las 6:00 de la mañana, el grupo aún dormía, el sol ya asomaba por el horizonte y mi cabeza seguía dando vueltas en busca de soluciones. El generador chico estaba roto; teníamos el generador grande de 5500 watt pero no lo podíamos llevar, la camioneta de la intendencia prometida tuvo un desperfecto y estaba en el taller; Horacio estaba viajando al Calafate y la única esperanza de viajar, en el Fordcito Ka de Esteban. En 2009 ya nos había llevado, a los faros San Francisco de Paula, Dañoso y Curioso, lealmente como si fuera parte de nosotros.
A medida que trascurrían las horas, el viaje a estos dos nuevos faros distantes 250 km al norte de Pto. San Julián, era cada vez más improbable. A media mañana, Tito, el hermano de Esteban, nos sugiere que utilicemos alguna de las dos baterías Caterpillar de 750 Ah que él tiene; rápidamente nos pusimos manos a la obra y nuevamente surge otro problema, estaban descargadas y el cargador rápido no lo podíamos encontrar, solo disponíamos de un cargador chico de 10 Ah Black & Decker automático. Obviamente la cargaría, pero no en el tiempo que nosotros necesitábamos. Al final pudimos encontrar el rápido y comenzó la carga de baterías. El tema ahora era, como recargábamos la batería, ya que si partíamos al medio día, estábamos llegando a Campana a media tarde y al otro día teníamos que activar Guardián, ¿¿ aguantaría la batería sin recarga...???.
Esta pregunta nos carcomía el cerebro, así que nuevamente Tito, arma un par de cables de 50 mm de sección por 2.5 metros de largo con pinzas cocodrilo, esto nos permitiría utilizar la carga del alternador del Ford Ka, así que lo conectamos en todo el recorrido y con eso llegamos a Campana con la batería cargada a full.
El viaje a Campana no había presentado mayores problemas hasta ese momento, recorrimos
120 Km por las RN3 al norte hasta el cruce con
la RP 47, para luego de
30 km más de recorrido tomábamos
la RP 83 y luego de
60 km, llegábamos al cruce de
la RP62 (todas las RP son de ripio y tierra). Tardamos en total casi 3 horas, de las cuales 2 fueron para recorrer solo los
130 km que separaban Bahía Laura de
la RN3.
Cuando llegamos, el lugar era majestuoso, paradisíaco diría; si tomamos en cuenta la geografía patagónica, una lengua de piedra elevada, formaba un acantilado de
30 metros de altura, formando lo que es la punta sur de
la Bahía Laura, la cual es una playa de canto rodado en toda su extensión. Sobre esa lengua, se erguía majestuoso y solitario el Faro Campana, que tantas veces lo había visto en fotos.
Eran las 16:40 hs LU, casi no había viento y el cielo era típicamente el patagónico, el sol nos acompañaba, pero al sur veíamos como se acercaba una tormenta, que no sabíamos si iba a venir para nuestro lado. Rápidamente comenzamos a hacer las fotos y algunos de los videos que filmamos, luego comenzamos a instalar la antena de 40 en la torre del faro, a esa altura el viento ya comenzaba a arreciar con ráfagas típicas de la zona que oscilaban en los 50 km. Teníamos pensado armar una carpa para armar la estación adentro de la misma, pero el suelo era todo roca, así que era imposible el armado del iglú, la otra posibilidad era meternos en la caseta del faro, que no era de 1.5 x 1.5 metros por lado, pero la puerta estaba completamente destruida y el viento nos golpeaba arremolinadamente y era imposible estar allí, por lo tanto decidimos orientar el Ka hacia el S.O, pusimos la batería al costado de la puerta y nos tuvimos que guarecer los 3 adentro del autito por el viento.
A las 18:38 hs LU me contesta en 40 metros LU5FT, de ahí en más pese a las incomodidades de operar con el equipo en las faldas de uno, comenzamos a contactar con los colegas amigos. Una hora después de haber comenzado la operación, le cedo el mic a Martina, yo me encontraba entumecido de estar incómodamente atrapado entre el poco espacio, el equipo de radio y cables que me rodeaban, de hecho el reloj no había donde apoyarlo y lo tenía en la mano Esteban, sentado del lado del conductor (y Martina en el asiento de atrás). No pasó más de media hora que las condiciones en 40 habían muerto por completo, el viento había aumentado considerablemente y se nos venía una tormenta, los estáticos no nos permitían escuchar cómodamente, en ese momento decidimos cambiar la antena de 40 por la de 80 para ver si teníamos mejor éxito, a esa altura el viento era tal que habíamos calculado que soplaba a no menos de 80 km.
Al otro día nos enteraríamos por un lugareño, Eduardo (73 años) y Mirna su compañera, nos confirmaron que el viento había superado los 160 kms/h. Él hace 25 años que vive en Bahía Laura, de profesión alguero (recoge algas del mar), bohemio, intelectual de la vida y tanguero por decisión. Viven dentro de lo que antiguamente era la estafeta postal de ese pueblo fantasma, desparecido hoy por completo por temas políticos y/o intereses económicos de los hacendados poderosos, pero esta historia la cuento completa mas adelante. Continuando con el relato, el viento esa tarde había soplado muy fuerte, para colmo de males la lluvia era arremolinada y mientras Martina comunicaba en 80 metros, sola dentro del autito que se movía a tontas y a locas por el viento, Esteban y yo, nos guarecimos en la casilla de baterías, pero igual nos mojábamos...., al rato para mejorar la situación, comenzó a granizar, así que teníamos cartón completo. Dejamos de transmitir a las 21:30 hs LU, ya que la tormenta y los estáticos no nos permitían escuchar nada y era peligroso por si caía algún rayo; a esa altura la tormenta había pasado por encima nuestro y avanzaba a pasos agigantados hacia el norte. El faro Guardián que se podía apreciar desde esta punta (distante 15 km en línea recta), había desaparecido completamente, debajo de esa cortina de agua, tierra y viento.
Ahora el tema era donde pernoctar, todo estaba mojado, el piso era de piedra, y el panorama era negro negro, así que no nos quedó otra que dejar las antenas colgadas y partir para otro lugar en busca de refugio contra el viento y en un lugar medianamente seco. La noche era cerrada, así que solo nos podíamos guiar por la luz del Ka, no tardamos ni 5 minutos en partir, que de pronto se cortó el viento por completo, le pido a Esteban que pare, y a lo lejos (unos 300 metros se veía una elevación que nos rodeaba), después al otro día nos dimos cuenta que habíamos parado en un bajo, rodeado por ovejas. Armamos las dos carpas iglú, para ello usamos de colchón unos cartones gruesos que habíamos llevado, porque el suelo es muy irregular y uno tiene que acostarse sobre coirones y piedras, no recuerdo mucho esta parte, pero creo que ninguno de nosotros tardó más de 5 minutos en desfallecer de cansancio......
Miércoles 2 de mazo, despertar en Campana y viaje a Guardián
La noche transcurrió sin novedades, el viento ni se sintió, al punto de que cuando me levanto y salgo de la carpita, el amanecer ya nos había ganado, el cielo estaba semi cubierto y no había viento, la temperatura era de 12 grados..., después de higienizarnos y desayunar unas tremendas tazas de café y té, desarmamos el campamento y nos pusimos en camino, para ir a Campana a sacar las antenas, previo al desarme intentamos salir en 80 y 40, como habíamos quedado, pero no teníamos ya la buena propagación que nos vino acompañando hasta ese momento.
Cuando eran las 9 de la mañana, y con un clima agradable y sin viento, para lo que es
la Patagonia, pusimos proa al faro Guardián, en el camino pasamos por la casa del alguero para presentarnos y saludar, en eso lugares, alejados de la urbe, no es de buena educación pasar sin saludar, más aún cuando uno tiene raíces camperas, por lo cual la genética nos animó a arrimarnos a la casa.
Cuando llegamos nos recibe un señor flaco, medio desgarbado, serio, con barba y una gorra al mejor estilo NBA, de poco hablar el hombre resultó ser Don Eduardo, de profesión alguero. Primero la conversación fue medio corta, nos trataba de Ud. como es la costumbre, y comenzamos a relatarle lo que vinimos a hacer, el hombre fogueado ya anteriormente y después de tantos años, había recibido en su rancho humilde a más de un aventurero en su casa, por lo cual entramos fácil a conversar, al ratito nomás de entablar la conversa, nos presenta a su compañera de vida como a él le gustaba decir, era Mirna, que amablemente nos invita a pasar a tomar unos mates y a charlar. Se darán cuenta que cuando gente que vive aislado encuentra otra persona para charlar, es como estar en la gloria después de tanta soledad patagónica. No nos quedamos mucho tiempo, el tiempo era vital para nosotros, debíamos llegar al faro Guardián, esa era la meta, así que nos despedimos sin antes aceptar que a la noche fueramos a cenar con ellos (tema aparte y maravilloso). Pero esto no nos evitó de charlar sobre la tormenta de viento, lluvia y granizo que había pasado ayer tarde, ahí nos enteramos que los vientos superaron los 160 km por hora, y que justamente donde estábamos es un corredor de tormentas cuando el clima se vuelve irascible, el correedor era una quebrada al costado del bajo donde paramos a pernoctar.
Salimos de la casita de chapa del alguero, con la promesa de volver más tarde, y con Esteban al volante como todo el camino y Martina detrás, recorrimos los casi 30 km de camino de ripio, que rodea la bahía para llegar a la punta norte donde se encuentra el faro Guardián y la reserva faunística (pingüinos Magallanes). Dicho sea de paso, parte del camino costero que hicimos, desde la casa del alguero, era la vieja ruta original RN3, que a principios del siglo pasado era la ruta habitual. Pasamos por la casa del estanciero, el cual como es costumbre poca bola nos dio, la mayoría de la gente es de poco hablar, así que seguimos viaje. Después de una hora de recorrido llegamos al faro, se lo veía majestuoso, pero también corroído por el tiempo y el salitre marino; en su base se encontraba una caseta, que hoy era refugio de pescadores, ya que el olor a pescado delataba su uso. Imagino que otrora era el hogar de las baterías o de los tubos de acetileno, hoy no había nada de eso, ya que se veía que los vándalos habían pasado. La torre auto soportada, tenía sus bases oxidadas y con los hierros al aire, la torre nueva se encontraba metida dentro de la torre vieja, la cual estaba completamente corroída. A simple vista a uno se le ocurrían posibilidades del porque se buscó esa solución, pero simplemente quedó ahí en un pensamiento, porque nuevamente el paisaje nos conmovió, en esta oportunidad estábamos rodeados por una pingüinera.
Apresuradamente, comenzamos a sacar las fotos y las filmaciones de rigor para luego comenzar con el armado de la estación. El clima no era malo, casi no había viento y el cielo nuevamente se había cerrado, sugiriéndonos que en algún momento volvería a llover. Así que antes de comenzar con el armado, decidimos picar algo que nos había quedado del día anterior, no habíamos llevado mucha comida, sí agua, pero el aíre marino nos abrió el apetito y como es costumbre la comida fue poca.... (punto para la dieta). Ya cuando comenzamos a comer, comenzaron a sentirse las primeras gotitas de agua, para todo esto, ya eran las 15 hors así que nos apresuramos a colgar las antenas. Como la torre estaba muy deteriorada, usamos el sistema de la gomera u honda con una piedra y un hilo atado a la misma, para después poder pasar la soga y así poder izar los dipolos, para esa altura como es común en
la Patagonia y en menos de 15 minutos, el viento comenzó a levantarse, como si tratase de evitar que nosotros usurpáramos sus espacios. Una vez colgada la antena de
40 metros y por experiencia del día anterior, directamente operamos adentro del autito. Como habíamos venido cargando la batería, estaba metida en el piso del acompañante, entre mis piernas, así que decidimos no sacarla y comenzamos a operar, con el equipo esta vez apoyado en el asiento del conductor.
No tardamos mucho tiempo en contactar estaciones, pero era evidente que la tormenta había cambiado las condiciones de propagación y los ruidos atmosféricos no permitían escuchar correctamente ni que nos escuchen, no pasaron ni dos hora de operación que nuevamente se cernió sobre nosotros una tremenda tormenta, esta vez de una lluvia intensa que por lo que se veía no era local, eso nos preocupó para poder volver a San Julián, ya que deberíamos volver de noche por caminos de ripio que no conocíamos, cruzar vados y ríos secos que cuando llueven de secos no tienen nada, encima montados en el fordcito Ka que a pesar de que siempre nos acompañó, no era una camioneta como para poder bancarse semejante temporal, así que esta vez no fue el generador el que nos dejo a pata, sino el temporal que se nos vino encima.
Desarmamos todo en medio del viento y lluvia y en un momento pareció que el mundo se murió, porque dejo de llover de repente y dejo de soplar viento, parecía como las películas yankees, cuando uno pasa por el ojo de la tormenta, pero bueno, esto nos permitió terminar de cargar, pero nuevamente el diablo había metido la cola, vimos que teníamos una abolladura en el radiador con la correspondiente pérdida de agua. Esto nos condicionó más la decisión del retorno, así que después de poxipolear un poco el radiador para evitar perder agua en demasía, salimos hacia la estancia a cargar agua para el radiador porque perdía mucha cantidad.
Apenas hicimos 10 Km hasta la primer aguada, cuando vamos a revisar nuevamente el botellón de reposición de agua del radiador estaba vacío, nos dábamos cuenta porque cuando encendía el ventilador se sentía olor a agua hervida mezclada con refrigerante, cargamos nuevamente y recorrimos los otros 25 km, podemos decir que llegamos nuevamente con el olor a agua porque la íbamos perdiendo en el camino hecha vapor.
Cuando llegamos a la casa del alguero, ya de noche y cerrada, solo veíamos con la luz de las estrellas, dicho sea de paso, la tormenta que nos hecho del faro había pasado y parecía como si nunca nada hubiera pasado. Nos bajamos del auto, salió a recibirnos Eduardo, y nos invitó a pasar nuevamente a su casita; una piecita de 250 x 250 con una estufa (la morocha) que hacía las veces de estufa y cocina a leña, y que me permitió secarme los pies y las zapatillas que tenía completamente mojadas, una mesita de 1 x 1, una comodita chiquita que debajo de su pollerita, albergaba bidones de agua de su aguada, y 3 sillitas individuales sin respaldo y una banqueta para 3 personas; esto era todo el mobiliario de Eduardo, las paredes de chapa de madera por dentro y por fuera de chapa canaleta, hacían de la estancia un lugar agradable. Entrados en calor, Mirna nos saca del hornito una asadera con pollo y cordero, nos provee pan tostado del día anterior y en jarro tomamos vino de damajuana, obviamente que comimos a lo campo, con dedo, pan y cuchillo, nada de tenedores, los pocos vasitos de vidrio y jarro enlozado de color amarillo con el borde verde, lo compartíamos entre todos, y la servilleta era un trapo viejo para todo uso a modo de repasador que cumplía muy bien su cometido. En un momento Eduardo va a la otra pieza en medio de la oscuridad y viene con la luz, traía un sol de noche, la cual terminó de engalanar la noche porque pasaron las horas entre charlas y anécdotas. Antes de partir, Doña Mirna nos ofrece un torta tipo galesa hecha por sus manos, a lo campo, la verdad es que si traíamos hambre, tantos manjares terminaron por dejarnos pipones a todos.
Ya entrada la noche, se comenzaba a sentir el cansancio, mal dormidos, y adobados por el elíxir de la damajuana, los ojos comenzaron a pedir cerrarse, así que después de varios intentos fallidos por partir porque la charla era continua, sin prisa y sin pausa, logramos levantarnos y partir; nos despedimos de Mirna y Eduardo con la promesa de volver a reencontrarnos con más tiempo. Cargamos agua nuevamente en el Ka y partimos, salimos de la casa de Don Eduardo a las 11 de la noche, cada
25 Km parábamos a abrir tranqueras y cerrarlas y de paso a ponerle agua al bidón del Ka, así todo el camino, en definitiva llegamos sin novedad después de 4 horas de viaje hasta llegar a la casa de Emilia, no tardamos mucho tiempo en descargar y perder nuevamente el conocimiento, producto de la tensión, el vinito y el cansancio que traíamos, producto de tanta tensión aventurera.
El jueves y viernes aprovechamos para descansar y hacer turismo en San Julián, Horacio retornaba el viernes del Calafate ya que había partido el martes para el sur. El jueves recibimos la visita de Osvaldo LU6MBV y de Adela LU1XAX que pasaron a visitarnos ya que iban camino a Mendoza.
El sábado a las 10 horas salimos de San Julián rumbo a Punta Alta, llegamos el domingo a las 06:00 hs, después de manejar toda la noche, el domingo fue día de descanso y el lunes a medio día regresábamos con Horacio a Baires, llegando a las 21:00 hs.
En total, en esta nueva Dxpedition San Julián 2011, recorrimos 6000 km por tierra y rutas argentinas. En nombre de Horacio, Esteban, Emilia (nuestra líder logística), Martina y yo, deseamos agradecer a todos los que nos contactaron y apoyaron en esta nueva movida.
Carlos LU2CRM
pd1: si esto no es espíritu de aventura, no se a que otra cosa atribuirlo, por algo somos el Grupo LOLOFAIRE, Los Locos Fareros del Aire...!!!
pd2: En nombre de Horacio, Martina y yo, queremos publicamente agradecer a Emilia LU1XAS, a Esteban LU2XBI, a María su mujer y a Tito por habernos recibido en su casa, habernos cuidado, alimentado, ayudado y por sobre todas las cosas habernos tenido paciencia, ya que revolucionamos su hogar en los días que estuvimos por San Julián, vaya también de mi parte, el recuerdo a mi amigo Raúl (SK) ex LU2XB, que siempre lo tengo presente cuando realizo estos viajes y actividades en sus pagos que lo adoptaron.